lunes, 1 de octubre de 2007

Nunca Olvides...


Lacrymosa

Me pregunto ahora por qué escribo estas líneas.
En estos días de constante sufrimiento, anhelo de deseos que jamás llegaré a alcanzar
Vierto lágrimas al verte sangrar en tu desesperación
Sin nadie a quién recurrir, sin nadie a quién amar
Muerto para el mundo

La oscuridad inunda nuestros valles
Sedientos de tonterías triviales, carentes de felicidad
Gritando por luchar en un mundo que no podemos entender
Sólo nos tenemos a nosotros ahora, sumidos en nuestro eterno llanto.

- Nada vale lo que la muerte te ofrece -

No puedo soportar ahora esta vida
Vacía…decadente…hipócrita…oscura…
Prefiero mil veces la muerte, y mil veces más si ésta ha de otorgarme eterno descanso.

No caigas ahora en el mismo abismo al cual yo estoy condenado.

Has vivido ya lo suficiente como para conocer la verdad
Nuestra verdad, que tantos seres –por así llamarlos- ocultan a sus ojos
Lloras por ver cómo es nuestro mundo, en todo su esplendor,
Creación de nuestro Dios… ¿Por qué nos has abandonado?

Tanto hemos gritado y sangrado por una vida que nunca será nuestra
Tanto hemos sufrido por nuestros temores
Tanto hemos despreciado a los habitantes de nuestro mundo
¿A qué nos lleva tanto sufrimiento?

Lágrimas negras vertidas sobre los grandes pilares de la historia que apreciamos.

Mi corazón está ya pronto para la condena, tú puedes todavía salvarte
Sumergido en tu océano de dolor que nadie puede entender, símil del mío propio
¿Qué hemos hecho para merecer esto?

Incomprendidos por el resto de nuestras vidas, salvo por aquellos que también lloran con nosotros…sólo podemos descansar en los románticos valles de las tinieblas.
No deseo partir ahora, ahora que he encontrado un alma más por la que luchar…
Un alma más por la que llorar

Tenemos tiempo aún de endulzar estas sangrientas lágrimas de dolor
Yo he llorado suficiente, y más he de llorar por el resto de mi vida, pues esa es mi eterna condena...no me obligues a aceptarte en nuestro mundo.

Sin duda me has enseñado un gran valor, una gran virtud por la que merece la pena dejar de llorar cuando estoy contigo.

Como aquellos que en su día bebieron de la sangre de sus víctimas;
Mutilaremos sus despreciables rostros hasta cubrirnos la cara con ellos.

No hay palabras suficientes ahora por lo que siento
No hay lágrimas suficientes ahora por nuestro dolor
Conscientes del horror en el que vivimos eternamente sufriendo…
¿Eres el único que puede entenderme?

¿Eres ese chico muerto que tanto he anhelado en mi lacrimógena vida?

Sólo me queda ahora rezarle a mi renegado Dios para que no marches de mi lado y para que no te pierdas a ti mismo. Algún día terminará todo, espero, más pronto que tarde...fugitivo sonámbulo en mis sueños de desesperación.

No sabes lo que sufro ahora por ti, maestro de los deseos.

-Eternas lágrimas las que caerán en nosotros por siempre-

¡Hermano, llora por la humanidad!







A Eduardo Aizpún, amigo y confidente de los deseos de mi alma.

No hay comentarios: